Vega y sus lápices de colores eran inseparables. Juntos creaban los dibujos más impresionantes que luego colgaban en el mejor museo del mundo: la nevera de casa. Sus pinturas contenían todos los colores que os podáis imaginar: rojo, amarillo, azul, dorado… En el colegio, Vega estaba sumergida en una de sus nuevas creaciones cuando su amigo Álex se acercó a ella y, mirando la caja de colores que tenía Vega, le preguntó:
—¿Me dejas el color carne?
¿El color carne? Vega y Álex se preguntaron por qué en la caja de lápices de colores hay uno que se llama así. Con curiosidad y creatividad explorarán la diversidad de tonos de piel de personas que forman parte de su día a día y descubrirán que el “color carne” puede tener mil tonalidades y no solo una.