Tener una hermana y compartirlo todo con ella es una de las experiencias más especiales de la infancia. No hay mejor compañera de juegos y travesuras.
Una hermana nunca se separa de sus hermanos, aprende todo de ellos y les enseña todo lo que sabe. Por eso los conoce mejor que nadie. Con ella se comparten sueños e ilusiones.
Ayudarla cuando lo necesite es muy fácil porque se ha convertido en la mejor amiga que se puede tener.